La vista desde la silla de diálisis.

Entonces, ¿cómo es ser un paciente de diálisis? Hubo muchas experiencias que tuve y compartiré algunas de ellas con ustedes en el futuro, pero en esta publicación de blog quiero compartir con ustedes cómo fue estar en la silla. La semana pasada hablé sobre aprender la lección la primera vez, y porque me negué a aprender la lección. La vida me inscribió en la clase y tenía una silla de diálisis lista para mí.

Como me sentaría en la silla sería para un tratamiento de 3 horas y 45 minutos. Ahora podría moverme un poco, como reajustar mi posición o tratar de sentirme un poco más cómodo, pero sería cuidadoso porque si me movía a mucho, haría que mi máquina alarmara y mi tratamiento podría ser más largo. Lo mejor es quedarse durante todo el tratamiento y tratar de no pedir que se baje antes.La única vez que pediría bajarme es si tuviera que ir al baño y luego regresaría para terminar mi tratamiento. La mayoría de las veces tenía buenos tratamientos, pero cuando iba al tratamiento me aseguraba de empacar algunas cosas esenciales para el viaje.

Algunas de las cosas que tomaría serían cosas como mi teléfono, auriculares, cargador de teléfono y tal vez un libro. Diré aquí mismo que un libro como el de Michal Crossland puede ser de gran ayuda para aquellos que necesitan inspiración y motivación en su viaje. Escuchar música o leer un libro motivacional era una forma de pasar el tiempo.

Muchas veces una canción que escuchaba me tocaba como nunca antes o leía un libro y algo que estaba escrito en él me tocaba hasta la médula. Ves que me sentí como si estuviera solo en el viaje a pesar de que había muchos a mi alrededor, y durante estos tiempos es cuando estas cosas fueron más útiles.

Hablar con los otros pacientes también ayudaría, ya que compartirían sus experiencias y nos alentaríamos mutuamente y hablaríamos sobre diferentes cosas, incluidas nuestras familias, lo que hicimos el día anterior e incluso nuestro tema favorito de todos los tiempos, que era la comida que no podíamos comer. Como pizza, perritos calientes, sándwiches de baloney con papas fritas (Lo siento Carol y a todos los dietistas renales) y así sucesivamente. Bromas aparte de esas conversaciones nos ayudarían en el viaje.

Aparte de la música, leer o hablar con los pacientes, hablar con el equipo de atención también ayudaría. No solo hablábamos, sino que había veces que bromeábamos, cantábamos canciones e incluso hablábamos sobre lo que debía comer como paciente de diálisis. Esto es muy importante y puede ayudar a los pacientes de muchas maneras. Fueron momentos como estos los que hicieron que el tratamiento fuera más rápido y me dieron la esperanza de continuar. El apoyo no solo provino de la clínica, sino que también provino de alguien que ni siquiera conocía en ese momento. Asegúrese de estar atento al próximo blog que se avecina “Lo que hago hoy puede afectar a las generaciones venideras” para leer sobre esta próxima experiencia emocionante.

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